El Gobierno ha trasladado la responsabilidad del cálculo y pago de la herencia de los planes de pensiones a los representantes personales. Si bien esto puede simplificar las cosas para los planes, se corre el riesgo de imponer una complejidad excesiva y el estrés en las familias en duelo que a menudo tienen poca comprensión de las pensiones o la legislación fiscal. Según mi experiencia, lo último que necesitan las familias en momentos tan difíciles son cargas administrativas adicionales e incertidumbre.

Otro problema grave son los plazos poco realistas que se proponen. Se espera que los planes de pensiones proporcionen una valoración de los activos en un plazo de cuatro semanas a partir de la notificación del fallecimiento, algo casi imposible cuando se trata de activos ilíquidos. Del mismo modo, el requisito de que los planes paguen el IHT en un plazo de tres semanas a partir de la solicitud del beneficiario pone tanto a los administradores como a los beneficiarios en una situación innecesariamente difícil. Los expertos del sector piden, con razón, que se amplíen estos plazos.

Lo que me preocupa aún más es el desajuste entre los plazos de las pensiones y el IHT. El IHT debe pagarse en los seis meses siguientes al fallecimiento para evitar intereses, mientras que las normas sobre pensiones permiten dos años antes de que se aplique el impuesto sobre la renta. Tales incoherencias sólo sirven para confundir a las familias y a los asesores, dando lugar a posibles errores y consecuencias financieras.

Tampoco debemos ignorar el panorama general. El Reino Unido se enfrenta ya a una crisis de las pensiones, con demasiadas personas que ahorran demasiado poco para su jubilación. Las decisiones políticas deben fomentar el ahorro para la jubilación, no crear obstáculos adicionales ni desincentivar las aportaciones a largo plazo. Las pensiones deben seguir siendo, ante todo, un instrumento de ingresos para la jubilación, y no un instrumento de transferencia de riqueza.

El sector ha hecho recomendaciones sensatas, desde ampliar los plazos hasta garantizar que no se excluyan inadvertidamente las prestaciones por fallecimiento en activo. Espero que el Gobierno escuche atentamente y perfile estos detalles antes de su aplicación. De lo contrario, corremos el riesgo de socavar la confianza en las pensiones precisamente en el momento en que más se necesita estabilidad y estímulo.

En Blacktower, seguimos ayudando a nuestros clientes a navegar por este panorama cambiante. Estos cambios propuestos refuerzan la importancia que ha adquirido el asesoramiento profesional, no sólo para la planificación de las inversiones y la jubilación, sino también para la planificación patrimonial y la transmisión intergeneracional de la riqueza.

por John Westwood

Presidente del Grupo Blacktower Financial Management

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