En un panorama económico mundial cada vez más volátil, Portugal se perfila discretamente como un país destacado, y uno de los gestores de activos más influyentes del mundo se ha dado cuenta de ello. BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo, ha reafirmado su confianza en Portugal, citando una rara y valiosa combinación: estabilidad económica, inflación controlable y un tangible potencial de crecimiento a largo plazo.

Mientras que los disturbios políticos en Washington, las tensiones en Oriente Medio y la incertidumbre geopolítica en Europa han modificado las reglas de la inversión mundial, BlackRock no considera el clima actual como una crisis, sino como la continuación de una transformación mayor. "Se trata de la evolución de un nuevo régimen que lleva años desarrollándose", señala la empresa en su informe Perspectivas de mitad de año.

A diferencia de muchos que se retiran ante la ambigüedad, BlackRock se está inclinando. Su enfoque pone ahora mayor énfasis en la claridad a corto plazo y el posicionamiento táctico, una inversión de la lógica tradicional de inversión a largo plazo. En este nuevo paradigma, los mercados periféricos europeos, como Portugal, están ganando un nuevo atractivo.

Portugal alberga actualmente entre 5.000 y 6.000 millones de euros del capital de BlackRock, una cifra aún modesta si se compara con los 80.000 millones de euros invertidos en la vecina España, pero el impulso va en aumento. Según las últimas perspectivas de BlackRock, Portugal representa "un fuerte contribuyente en el contexto europeo", impulsado por una demanda interna saludable, una tasa de inflación bien controlada (se espera que se mantenga en torno al 2,2% este año) y una exposición notablemente baja a los aranceles comerciales de EE.UU.. Juntos, estos factores crean "una excelente mezcla entre estabilidad y potencial económico".

Las recientes evaluaciones de las principales agencias de calificación crediticia refuerzan aún más la confianza de los inversores. En los últimos meses, agencias como Moody's, Fitch y S&P han mejorado o reafirmado la perspectiva crediticia de Portugal con evaluaciones favorables. Estas mejoras reflejan no sólo la mejora de las finanzas públicas y de la gestión de la deuda, sino también el reconocimiento de la resistencia macroeconómica del país. Para los inversores institucionales, estas calificaciones suponen una validación fundamental, ya que indican que Portugal ha dejado de ser una apuesta periférica para convertirse en un mercado creíble y estable.

Una de las principales áreas de interés son las infraestructuras, especialmente las energías renovables. Los fondos de infraestructuras de BlackRock ya han respaldado proyectos como la planta solar de Glória, el primer contrato de compraventa de energía solar a largo plazo de Portugal, financiado a través de su fondo Renewable Income Europe. Este compromiso refleja la confianza a largo plazo de la empresa en la capacidad de Portugal para liderar la transición hacia una energía limpia, al tiempo que genera una sólida rentabilidad.

Otros sectores que están acaparando la atención son la industria, los servicios financieros y los servicios públicos, estos últimos impulsados por el aumento de la demanda de energía de sectores como la inteligencia artificial. A través de sus diversos fondos, BlackRock es también uno de los principales inversores institucionales en la Bolsa de Lisboa, con participaciones significativas en algunas de las mayores empresas cotizadas de Portugal, entre ellas más del 6,8% en EDP y el 3% en EDP Renováveis, lo que representa una inversión combinada de más de 1.400 millones de euros.

El optimismo de BlackRock sobre Portugal forma parte de una estrategia europea más amplia. La firma destaca nuevas oportunidades en los sectores de defensa, semiconductores e industriales, en particular los vinculados a la espina dorsal industrial de Alemania. A pesar de la caída del dólar frente al euro este año, BlackRock sostiene que el dominio mundial del billete verde sigue siendo indiscutible, lo que subraya la perspectiva global matizada pero confiada de la firma.

Para Portugal, este renovado voto de confianza, respaldado por sólidos indicadores macroeconómicos y la validación exterior, marca un punto de inflexión. Después de años al margen del mapa económico europeo, el país está entrando en el centro de atención no sólo como destino, sino como socio estratégico de inversión.