Puede que la jardinería no sea lo primero que le venga a la mente cuando piensa en aficiones infantiles, pero Frances Tophill tiene la misión de cambiar eso. La horticultora, escritora y presentadora de televisión cree que sembrar semillas y mancharse los dedos de barro puede ser mágico para las mentes jóvenes, y no tiene por qué implicar un gran jardín o herramientas sofisticadas.
Tophill ha escrito un libro de jardinería para niños, "How to Grow a Garden" (Cómo cultivar un jardín), pensado para ayudarles a descubrir lo divertido que es plantar, construir y observar a la naturaleza hacer de las suyas.
Aquí Tophill comparte sus siete mejores consejos para que los niños se entusiasmen con la jardinería: desde hoteles para insectos hasta guisantes en una vaina.
1. Construir un hotel para insectos
Si a su hijo le fascinan los bichos, éste es el proyecto perfecto. Crear un hotel para bichos anima a los niños a reflexionar sobre la fauna y la flora y la biodiversidad, a la vez que reciclan los restos del jardín.
"Construir un hotel para bichos es algo muy bonito que se puede hacer a largo plazo", dice Tophill. "Se puede hacer con palos de bambú, o con escombros y piedras, o con piñas y hojas".
Explica que incluso ordenar el jardín se convierte en un momento didáctico: "Así que antes de hacerlo, construya con sus hijos un espacio donde los insectos puedan vivir a largo plazo".
Ya sea un viejo palé o un montón de piñas en un rincón, es una forma estupenda de dar vida al jardín.
2. Empieza con semillas
Pocas cosas son más gratificantes para un niño que ver crecer una semillita hasta convertirse en algo que puede coger y comerse. Tophill recomienda empezar con los clásicos, pero sin dejar de jugar.
Los girasoles son un clásico, pero los cultivos comestibles son igual de emocionantes. "Los guisantes son una buena opción para que entiendan cómo se siembra una semilla [...] y vean que los guisantes vienen en una vaina y no en un envoltorio".
Incluso una semilla de tomate en un alféizar soleado puede convertirse en una experiencia de aprendizaje completa. "En el libro sigo un tomate desde la semilla", dice Tophill, "es un proyecto bastante redondo que se puede empezar ahora hasta el otoño".
Créditos: AP;
3. Abrazar el barro y el desorden
Para los adultos, la jardinería suele consistir en hileras pulcras y bordes ordenados. Para los niños, debería ser todo lo contrario. Tophill dice: déjalos que ensucien.
"Acepta el desorden y el caos", se ríe. "Vivimos en un mundo muy higienizado y sabemos que los hongos y las bacterias del suelo son buenos para nuestro microbioma".
Incluso la actividad más sencilla -llenar una maceta de compost y meter una semilla- se convierte en una oportunidad para explorar. "Coge una bolsa de abono, llena una maceta, mete una semilla y apriétala. Es un proceso sencillo.
"Puedes enseñar al niño a hacerlo y, a partir de ahí, todo es muy fácil".
4. Darles un espacio propio
Dar a los niños la sensación de que el jardín es suyo puede hacer que se sientan seguros e implicados, pero con un poco de ayuda se llega muy lejos.
"Creo que es una buena idea designar una zona concreta del jardín para que la cuiden los niños", dice Tophill. Tophill tiene recuerdos muy vívidos de su infancia dedicada a la jardinería: "Mi madre nos dio una maceta grande [...] nos dejó plena autonomía, lo cual es estupendo. Pero acabé poniendo plantas de interior en ella y se murieron todas".
El consejo de Tophill es no dejar que los primeros errores se conviertan en desánimo. "Un poco de orientación ayudaría. No les obligues a hacerlo. No lo conviertas en una tarea [...] Si van un poco mal, ayúdales para que no se sientan mal en algo. Esa es una gran barrera que he visto".
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5. Crear un rincón tranquilo
Los jardines no son sólo lugares para jugar: también pueden ser espacios para la calma, la reflexión e incluso el apoyo emocional.
Durante los últimos 13 años, Tophill ha visitado colegios para potenciar la jardinería dentro de las escuelas. "Había un colegio que tenía una oruga pensativa hecha con neumáticos viejos. Si algún niño se sentía solo o un poco deprimido, se sentaba en ella y era una señal para los demás de que necesitaba ayuda extra".
En casa, puede ser algo tan sencillo como un banco a la sombra o un tocón de árbol pintado de colores. "Puede ser un espacio en el jardín donde un niño sepa que puede ir si se siente agobiado o necesita un momento", dice.
How to Grow a Garden, de Frances Tophill e ilustrado por Charlotte Ager, está a la venta en magiccatpublishing.co.uk.








