La histórica aldea de Póvoa Dão, situada en Silgueiros, a pocos kilómetros de Viseu, vuelve a estar a la venta, esta vez en subasta en línea, con un precio de salida de 1,7 millones de euros y un valor mínimo de 1,445 millones. Catalogado como uno de los pueblos más pintorescos del centro del país, Póvoa Dão renació a principios de la década de 2000 como pueblo turístico, tras una inversión de aproximadamente cinco millones de euros en la restauración de sus 41 casas de granito, capilla y zonas comunes.

Según el Jornal de Negócios, el proyecto original fue desarrollado por la constructora Ramos Catarino, que adquirió la aldea en 1995 y mantuvo su diseño tradicional de Beira. La empresa, con sede en Cantanhede, transformó el espacio en un encantador refugio rural, con restaurante, pista de tenis y jardines circundantes. Sin embargo, las dificultades financieras de la constructora y la crisis que siguió a la quiebra del BES (Banco Espírito Santo) acabaron provocando el abandono del proyecto.

La casa de subastas Leilosoc describe la villa como "una rara oportunidad en el mercado inmobiliario portugués", destacando su potencial para "eco-resorts de lujo, villas turísticas o proyectos de enoturismo". El periódico Negócios señala que el actual propietario, Nacala Holdings, decidió proceder a la venta de la propiedad tras la quiebra de Ramos Catarino a principios de este año.

Con una superficie total de aproximadamente 100 hectáreas y un complejo residencial cuidadosamente restaurado, Póvoa Dão representa un ejemplo de patrimonio rural preservado. "Cada piedra de la aldea de Póvoa Dão cuenta una historia. Entre el silencio del valle y el sonido del río, esta aldea es un remanso de autenticidad, un escenario donde se unen tradición y modernidad", reza la descripción publicada por la casa de subastas.

La venta de esta aldea centenaria, fundada en 1258 y olvidada desde los años sesenta, reabre el debate sobre el futuro del patrimonio rural portugués. Ya sea como proyecto turístico o como inversión privada, Póvoa Dão resurge como símbolo del potencial y los retos de la recuperación de la autenticidad de las aldeas históricas del país.