En un comunicado, la Autoridad Nacional de Medicamentos y Productos Sanitarios afirma que el medicamento en cuestión(Spravato) pasa a ser financiado, para su uso en medio hospitalario, en adultos "con Trastorno Depresivo Mayor resistente al tratamiento, que no hayan respondido al menos a tres tratamientos diferentes con antidepresivos".

Según la decisión, fechada el 7 de mayo, Spravato, en asociación con otros dos antidepresivos, podrá utilizarse "con estrategias de combinación o de potenciación oral, en el episodio depresivo actual de moderado a grave", en adultos que hayan sido sometidos previamente a psicoterapia y presenten resistencia o contraindicación a la "terapia electroconvulsiva", no tengan acceso a esta terapia o la hayan rechazado.

Esta información llega el mismo día en que un grupo de trabajo en el que participan asociaciones médicas, farmacéuticas, psicológicas y el Consejo Nacional de Ética presenta una serie de recomendaciones para el uso clínico de los psicodélicos, defendiendo que deben ser clasificados como medicamentos.

"La forma de acceder a ellos [medicamentos] requiere que haya un prescriptor y que, tras la prescripción, el paciente recurra a un sistema médico, clínico y farmacéutico que le permita acceder a esa sustancia", explicó a Lusa Albino Oliveira Maia, directora de la Unidad de Neuropsiquiatría del Champalimaud y miembro del grupo de trabajo.

Subrayando que "no debe haber excepciones", recuerda que, a veces, las sustancias, aunque sean medicamentos, pueden ser utilizadas de forma inadecuada en circuitos paralelos de comercialización.

"Los psicodélicos no son un caso único en cuanto a sustancias que pueden interesar a consumidores fuera del sistema médico y dentro del sistema médico", señala el investigador, que añade: "La circunstancia que es específica en este caso es que estamos haciendo un movimiento para transformar sustancias que existen fuera del mundo médico, farmacéutico y clínico en medicamentos".

El documento con las recomendaciones, que será presentado a las 17:30 horas, en el Auditorio de la Fundación Champalimaud, contó con la contribución de las órdenes de médicos, farmacéuticos y psicólogos, así como del Consejo Nacional de Ética de las Ciencias de la Vida y de la Sociedad Portuguesa de Psiquiatría y Salud Mental.

En declaraciones a Lusa, Albino Maia subrayó que este grupo de trabajo no pretende sustituir a los reguladores, sino simplemente aportar una contribución, sobre todo en los casos en los que aún no existe una regulación aprobada.

Como ejemplo, citó el uso de la ketamina, que está aprobada como anestésico, pero que también se está utilizando ("off label") para algunos casos de depresión.

"Desde el punto de vista del uso de estas sustancias como medicina, no deberíamos tener un régimen de excepción", dijo el investigador, y añadió: "Lo que decimos es qué hacer bajo los principios de precaución cuando aún no hay pruebas suficientes para que las entidades reguladoras se pronuncien".